
A la Carta Natal, algunos le llaman El Mapa del Alma o El Propósito del Espíritu, allá adonde hemos elegido nacer para lo que hemos de aprender en este viaje, etc. Cada corriente de pensamiento, cada disciplina de un grupo humano, confesión, alineación con una particular doctrina, adopción de postulados religiosos específicos, adapta esa representación gráfica del cielo en el momento del nacimiento a sus esquemas y marcos de referencia. Yo no me referiré ni escogeré ninguno en especial porque prefiero mantener el enfoque y la percepción a la dimensión universal del fenómeno humano.
En mi consulta cotidiana prefiero compartir con mi cliente la búsqueda de las claves de su razón de existir, vías de su desarrollo hacia su Ser Humano imbricadas en su Carta Natal, de preferencia a la respuesta oracular a sus preguntas acerca de asuntos mundanos, aunque no los soslayo en absoluto, porque en el encuentro con esas respuestas no trascendentes con la verdadera naturaleza del Ser Humano, siempre emerge una nota superior que nos da una pista del porque está esa persona en el mundo, y descubrimos para que ha nacido.
En este trabajo pretendo acercarme a la dimensión trascendente de los estudios astrológicos. Como digo muchas veces, si la astrología no me sirviera para orientarme en el mundo y compartir esta experiencia no hubiera dedicado tanta parte de mi vida a ella. A la Carta Natal me gusta llamarla “La Conexión con el Universo”, el cuaderno de bitácora, el mapa del territorio, de la vida, el guion de mi propio drama.
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